domingo, 26 de mayo de 2013

Los problemas comienzan cuando el cliente dice – “Esto no es lo que me vendieron”


Todos sabemos que la satisfacción del cliente se produce cuando su percepción final sobre lo comprado supera a sus expectativas iniciales. Pero no obstante, la agresividad comercial y la presión por vender hacen que en ocasiones se prometan cosas difíciles de cumplir. Y a partir de ahí preparados, porque los problemas no han hecho más que empezar.

Los nuevos clientes conseguidos con una alta presión comercial tienen unas expectativas de duración como clientes -y por lo tanto de generación de valor a la empresa- menores que los que se han incorporado a la cartera de forma menos agresiva.
La aportación de valor de un cliente a la empresa sigue normalmente una pauta de comportamiento como la de la gráfica. Antes de empezar a ser cliente aporta un rendimiento negativo debido a las inversiones y gastos que han sido necesarios para su captación, valores que van de menos a más hasta el momento en que empieza a comprar porque las últimas acciones comerciales, las previas a la incorporación, también acostumbran a ser las más caras.

Después, cuando ya es cliente su rendimiento inicial puntual es pequeño al principio, va creciendo con el tiempo a la vez que su rendimiento acumulado empieza salir de la zona negativa hasta lograr valores positivos.
Así, llegará un momento donde su rendimiento puede alcanzar valores máximos y/o tener altibajos, hasta que llegue el momento en que descenderá hasta cero o incluso podrá dar valores negativos. Lo de llegar a cero será cuando por las circunstancias que sean deje de ser cliente, y lo de rendimientos negativos, porque por nuestra culpa o por la acción del mercado se convierta en un cliente problemático cuyos costes de gestión sean más altos que sus rendimientos.

Si a todo esto le sumamos que conseguir un cliente nuevo es siempre mucho más caro que conseguir mantener a uno que ya lo es, la pregunta es obvia: ¿Porqué es tan común hacer una alta presión comercial sobre la captación de clientes nuevos en lugar de invertir más en mantenimiento de los actuales?. Y como reflexión obligada ¿Esto es bueno o es malo?

Y como pasa casi siempre la respuesta es “Depende”.

No podemos caer en simplificaciones derivadas de la falta de profundidad en el análisis. Depende de diferentes factores, pero hay uno de básico. El modelo de relación con los clientes.
Modelos basados en relaciones cortas y esporádicas como el de una tienda de souvenirs para turistas forzarán la captación comercial, mientras que otros basados en la longevidad de la relación, como podría ser un restaurante enfocado al consumo familiar, utilizarán preferentemente armas de fidelización por encima de las de captación.

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