Cuando alguien decide iniciar un curso de formación en su tiempo libre posiblemente realiza una gran inversión de recursos económicos y lo que es más importante, de su tiempo.
Llamamos tiempo libre a aquellas horas que no están destinadas al trabajo, pero en realidad, si analizamos nuestra vida diaria veremos que de nuestro tiempo total destinamos aproximadamente, un 20% a la actividad laboral, otro 28% a algo tan necesario como dormir y un 17% a lo que podríamos llamar actividades logísticas como son desplazamientos, higiene diaria, comida, etcétera. Al final, sólo queda un 34% de tiempo realmente libre. O sea, que únicamente una tercera parte de nuestro tiempo real de vida se corresponde con lo que podríamos llamar de libre disposición.
No es que sea mucho, la verdad, se trata de unas 2.900 horas al año que dedicamos a la familia, a los amigos, a nosotros mismos, a practicar deporte, a leer, a viajar o simplemente a no hacer nada y, evidentemente, siempre sabe a poco.
Por eso, cuando alguien decide invertir en formación parte de este bien tan precioso que es su tiempo libre, aún a costa de prescindir de aquello que más le gusta, debe ser digno no solo de nuestra máxima admiración sino también de nuestra ayuda y colaboración.
Cada año, en el Instituto Superior de Marketing - ESIC de Barcelona, al empezar las clases le preguntamos a nuestros estudiantes por las motivaciones que les han llevado a inscribirse en el curso y a comprometer aproximadamente 900 de sus escasas 2.900 horas libres anuales. La respuesta obtenida es más o menos la misma siempre, su afán por ser mejores y conseguir una mayor proyección laboral, dedicándose en un futuro, a un trabajo que les ayude a crecer como personas. Es decir, que de hecho actúan con criterios financieros, invierten “tiempo” con la esperanza puesta en un futuro que les permita recuperarlo en forma de una mejor vida profesional.
Se trata de una respuesta previsible y que debe darnos pistas a los formadores sobre cuál es nuestra labor y sobre qué es lo que esperan de nosotros nuestros alumnos. Ellos han entendido perfectamente que hoy en día está prohibido pararse, es más, que la vida nos obligará a seguir invirtiendo para siempre parte de nuestro tiempo en formación, también a nosotros. Queda entonces claro que el futuro es de aquellos que asumen la necesidad de ser mejores cada día, de aquellos que están dispuestos a invertir utilizando el único recurso que de verdad es limitado, el tiempo libre.
José Ramón Meseguer Planas
Director del Área de Marketing y profesor del Instituto Superior de Marketing - ESIC de Barcelona
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